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Presupuesto y gasto público

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Contra lo que se cree, los recursos del Estado no son ilimitados. Así, esto de planificar el gasto público no es cosa sencilla: implica considerar cómo está la industria, el comercio y la política. Todo incide en la recaudación y por tanto en la formación de la caja fiscal. A pesar de esto hace aparición el plan anticrisis del gobierno.

Ya se sabe que son las mineras las que sostienen el presupuesto nacional. La recaudación tributaria funciona de la siguiente manera: a comienzo de año se realiza un cálculo y se adelanta el pago de impuestos del periodo anual, en base a la proyección de ingresos de la minera. Al cierre se verifica este cálculo de comienzos de año y se compara contra los resultados reales obtenidos del ejercicio.

Pongamos un ejemplo: Una minera de cobre obtiene muy buenos resultados el 2006 y 2007, pagando de impuestos 100 unidades por año. Las proyecciones de ingresos en enero 2008 para esta minera se veían prometedores, con un alza en el precio internacional de los minerales, y el cálculo del impuesto anual se reputaba, digamos que 110 unidades.

Al menos eso esperaba la minera, y el gobierno García que durante la gestión de Carranza como Ministro de Economía creía en el crecimiento ilimitado de la economía. Este monto proyectado (las 110 unidades) se comunica al fisco vía la declaración y, como la minera es un contribuyente esencial, es considerado para fines presupuestales. Entonces el Estado a comienzos de año recibe 50 y espera recibir otros 60 a fin de año.

Sin embargo, a fines del 2008 la situación cambió: el precio de los minerales “se fue al diablo” y los ingresos de la minera no fueron tan buenos como se esperaba. Entonces el cálculo final del impuesto arroja nuevas cifras: ya no son 110 sino, digamos, 60. De pronto el fisco perdió y ya no puede contar con 50 unidades en su caja, 50 unidades que iban a sustentar el gasto público del siguiente año. Así funcionan las cosas.

Si para algo iba a servir el impuesto a las sobreganancias era para aprovechar la ganancia extraordinaria de las mineras de los años anteriores, a fin de mantener fondos de respaldo para cuando las cosas estén complicadas como ahora. Pero ya sabemos lo que pasó: García prefirió pedir donaciones o “aportes voluntarios” a las mineras, antes que ejercer el derecho soberano a la administración de impuestos y a la planificación fiscal.

Ahora los dichosos “aportes voluntarios” desaparecerán con la situación actual, así que no se podrá contar con estos recursos. Si a esto le sumamos la disminución de recaudación a las mineras que ya hemos comentado tenemos un panorama más o menos claro de cómo andan las cosas. El canon, en el 2009, disminuirá, con lo que el gasto público en inversión caerá. Y estas son cosas que no te dicen los medios, preocupados como están en sacarse brillo.

El punto es que García anuncia gasto, pero no dice cómo lo va a sustentar, de dónde saldrá ese dinero. Anuncia préstamos pero no dice que la recuperación de los mismos será larga en el tiempo. Promete superar la crisis “con confianza” pero enfoca mal las áreas que deben ser atendidas para evitar un bache en el crecimiento. En definitiva ¿cual es el problema? Ciertamente no es la fe o la confianza. Habra que recoger una frase ya conocida: “Es la economía, estúpido!”


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